La partida de un ser querido es quizá uno de los sentimientos de tristeza más grande que podría existir para cualquier persona, el no volverlos a ver, es un dolor inexplicable que se revive cuatro años más tarde cuando los restos son trasladados a otro lugar, siendo aún más traumático y doloroso para quienes descubren los cuerpos incorruptibles, tal como fueron sepultados en el día uno.
En Santa Marta se ha denunciado que al momento de exhumar los cuerpos, una vez cumplen su tiempo en las bóvedas o deben ser traslados a otro sitio, se encuentran completos, sin estar en descomposición como debería, tras largos años sepultados.
El negocio de las funerarias está por encima del dolor por perder a un ser querido. Es el dinero quien lidera actos inapropiados por parte de estas empresas fúnebres, no respetando el dolor ajeno, y convirtiendo así a los difuntos en momias subterráneas. Este hecho atroz, que revive la aflicción de los familiares y allegados se resume en embalsamar cuerpos que se enterraran el mismo día o al siguiente día antes de cumplir las 24 horas, procedimiento que es innecesario, ya que un cuerpo enterrado dentro de un ataúd estándar suele empezar a descomponerse en el plazo de 24 a 48 horas después de la muerte´, denunció e párroco sacerdote del Cementerio San Miguel, Fajid Álvarez Yacub
Desde que se comercializó el negocio de la preparación de los muertos, estas empresas han optado por recurrir al formol para que un cadáver se preserve,
impidiendo su degradación y descomposición.